sábado, 13 de junio de 2020

¿Cómo sabemos de dónde viene la vida? (parte 1)

Desde los lugares más recónditos en la historia de la civilización (de donde se tiene registro), el hombre siempre ha sentido una profunda fascinación, asombro y curiosidad por saber de dónde vienen él y todas las formas de vida existentes. A través del tiempo, diversas respuestas se han originado al tratar de saciar sus preguntas; de forma pionera a través de las narraciones míticas de poetas como Homero o Hesiodo , pasando por las explicaciones filosóficas como las de Platón o Aristóteles; pero sin importar la respuesta, siempre se ha retomado y discutido sobre la misma cuestión y cuando el método científico logró consolidarse, la ciencia también tuvo el deber de tratar con la interrogante.
A raíz de esto surgieron diversas hipótesis, girando principalmente en torno a dos posturas, por un lado los llamados idealistas (quienes a través de tesis defendían la abiogénesis, es decir que la vida surge de la materia inerte por medio de una "fuerza vital" (denominada entelequia por algunos teólogos)) y por el otro los materialistas (quienes defendían la biogénesis, es decir, que las formas de vida solo pueden venir de otra forma de vida pre-existente), ambas posturas tenían a los mejores versados de la época tratando arduamente la cuestión y se sabía perfectamente que solo una podía tener la respuesta.
Johanes Van Helmont, un prestigioso científico de la época, vitalista, convencido de sus observaciones y experimentos, plantea la famosa hipótesis de la Generación espontánea, en la cual establece "recetas" para generar vida a partir de combinaciones extravagantes; por ejemplo, al combinar "ropa interior con sudor y trigo", según su hipótesis, daba lugar al surgimiento de ratones.
Aunque era evidente para algunos, el experimento de Helmont no tardó en ser objeto de críticas, entre ellas la de un médico de origen toscano, Francesco Redi, quien hizo público los resultados de sus experimentos donde refutaba la tesis vitalista, al demostrar que los gusanos que infestaban la carne y los que, aparentemente, surgían espontáneamente; eran en realidad larvas que provenían de los huevecillos depositados por las moscas sobre la superficie de la carne colocada a la intemperie. Colocando trozos de carne en recipientes tapados con una tela fina evitó que la carne se llene de gusanos.
Años posteriores, con el desarrollo y confección de microscopios, se trasladó el problema de la generación espontánea al mundo microscópico. En Inglaterra John Needham intentó probar que surgían microorganismos animados por la fuerza vital presente en la materia orgánica en descomposición constituida por caldos nutritivos.
Frente a ello el naturalista y sacerdote católico Lázaro Spallanzani demostró que los resultados experimentales de Needham solo eran consecuencia de una contaminación previa con microorganismos y no de la generación espontánea postulada por los vitalistas, al elaborar un caldo similar al de Needham, pero esta vez introducido en un recipiente hermético y, por lo tanto, libre de la contaminación externa.
Aunque los vitalistas persistían con sus últimos esfuerzos a favor de la generación espontánea, en 1861 Louis Pasteur probó finalmente la incongruencia de la generación espontánea, así como la falsedad de los resultados experimentales anteriormente obtenidos, demostrando que no ocurría desarrollo de microorganismos si previamente no había contacto con el aire, de donde provenían los gérmenes que crecían sobre los medios de cultivo utilizados en los experimentos. Utilizó en sus experimentos los denominados "matraces con cuello de cisne" en los que colocó líquidos nutritivos estériles, que permanecieron libres de contaminación, a pesar de su contacto con el aire a través del cuello de cisne. Con esto Pasteur concluyó que no ocurría generación de microorganismos, si previamente no había formas de vida capaces de reproducirse.
El planteamiento de que La vida solo puede surgir de otra forma de vida preexistente, es denominado Teoría de la Biogénesis y, si bien, demostró la falsedad de la generación espontánea, no explicó el origen de los seres vivos, pues parte de organismos previamente existentes. A pesar de que los experimentos de Pasteur representaron el triunfo de la ciencia contra el empirismo, trajo consigo interrogantes a las cuales la ciencia de la época no estaba en condiciones de darle respuesta. Muchos científicos llegaron a catalogar la pregunta sobre el origen de la vida sin validez científica y abandonaron su búsqueda, convencidos de que el problema no hallaría solución.



Referencias: Biología una perspectiva evolutiva - Lumbreras editores
Pintura: Creatiom of Adan (Michelangelo)